¿Alguna vez te has sentido rara? ¿Diferente a los demás? ¿Te
has sentido extraña, una mierda?
Llegar a sentirte, tan por debajo de la tierra, que quieres
desaparecer, huir de todos y no volver jamás. Irte tan lejos que nadie pueda
encontrarte, a un sitio, donde al pasado no importe, donde puedas empezar de
nuevo y todo te vaya bien.
Pero sabes, que por más que cierres los ojos, pienses en ese
sitio y lo desees con todas tus fuerzas, no va a suceder, jamás te vas a ir, y
siempre, o al menos, durante un buen tiempo, vas a tener que aguantar mucho más
esta sensación. Una sensación rara,
diferente a todas las demás, que tan solo aparece cuando ya no puedes más,
cuando explotas, cuando no puedes parar de llorar, y cada día, cada puto día de
tu vida, piensas en que será así, otra vez, la misma hora, ya te lo esperas… ¿Por
qué iba a ser hoy diferente? No, no lo es, sigue igual. Y aquí estás tú de
nuevo, con tus ojos empapados en lágrimas, preguntándote porque te pasa a ti.
Porque de una vez por todas, no puedes conseguirlo.
¿Tan difícil es? Te lo preguntas a ti misma, una y otra y
otra vez. Pero no hayas respuesta alguna a esa pregunta, no encuentras la
respuesta. Jamás aparecerá, al menos, no por el momento.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Empiezas a contar de nuevo,
como cada día, aguantando la paciencia, sabes, que si no lo hicieses, saltarías
y mandarías todo a la mierda, y a todos. Pero no, no quieres hacer eso, sabes
que te necesitan y que les importas, a pesar de todo lo que pueda llegar a
pasar.
De nuevo, una tarde más, te encuentras frente a la pantalla
de tu ordenador, llorando en silencio. Sintiéndote la peor persona del mundo.
Por mucho que te lo digan, ese sentimiento jamás se irá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario