La cama, el cojín y tú. Otra vez, una vez más te ha vuelto a
pesar, estás en la cama tumbada, abrazando al cojín con todas las fuerzas
posibles, a la vez que aprietas los ojos, intentando que esas lágrimas que
asoman, no salgan, pero no… no lo consigues, y ahí están de nuevo, bajando por
tus mejillas. Lo intentas, intentas que se detengan pero no lo hacen, una y
otra vez pasa por tu cabeza la misma frase “¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?”
Piensas y piensas, pero no hayas respuesta a esas dos preguntas, si siempre has
sido buena con todos, y has dado lo mejor de ti… ¿Por qué narices no puedes ser
como las demás? ¿Por qué a ti no te tratan igual? Tampoco aparece respuesta a
esas preguntas, quizás porque no la hay, quizás no la encuentras o simplemente,
eres diferente.
Entonces, es ese mismo momento, es cuando aparecen todavía
más lagrimas, y por tu cabeza, tan solo pasa una palabra “Sola” Sí, te sientes
sola, sin nadie a quien contarle tus cosas, sin nadie que te abrace, que te de
un simple beso en la mejilla, sin nadie que… esté a tu lado siempre, y que sea
capaz de ser tu amiga. ¿Es mucho pedir? Tener una amiga, ya no pides miles, si
no una, solo con una te conformas. Pero parece… que el destino no está de tu
parte, que no quiere que sea así, y mientras tanto, no puedes hacer otra cosa
que aguantarte y esperar, como siempre has hecho, aunque por tu recorrido… No
crees que esto cambie nunca, siempre será así.
Tan solo… lo único que puedes hacer, lo único que pasa por
tu cabeza, es que la que debe cambiar eres tú, no sabes cómo ni cuándo lo
harás, pero es lo único que puedes hacer…
No hay comentarios:
Publicar un comentario