ESTRELLAS CAIDAS DEL CIELO

Un mundo ideal.

Cada historia tiene un principio y un final. Unas perfectos, otras imperfectos, incluso a veces, ese final no llega jamás.
Este es un libro, algo especial, un libro que tan solo algunos, serán capaces de leer sus páginas. Una historia peculiar, sin igual, una historia, mágica, pero cercana a la realidad. Es la historia de una chica, que soñaba con su mundo ideal. 

Capítulo uno.

Lo primero de todo es presentarme ¿No? Bueno, supongo que como todas las demás chicas, soy normal, tengo mis pros y mis contras, quizás más contras que pros. Como todas las demás de mi edad, supongo, quiero encontrar el amor, alguien que me llene y que me haga feliz, pero sobretodo, que me quiera. Oh, se me olvidaba tengo 17 años, y como toda chica, soy.. rara, infantil, pero, de vez en cuando soy algo madura. ¿Que como soy de físico? No creo que eso sea muy necesario, pero bueno, diremos que soy alta y morena. Y.. os voy a contar una historia, mi historia.  


Eran las tres de la tarde, de un día cualquiera, cuando me decidí a llamar a mi mejor amiga, la echaba tanto de menos, hacía meses que no la veía. Ella se había ido a Madrid y aunque tuviesemos de por medio un tren, jamás podíamos vernos.
Al llamarla, alguien cogió el teléfono, pero no era Clarie si no su hermano. De golpe las palabras no salían de mi boca, me había quedado muda, en shock, pero esto, era normal en mí, me solía pasar cada vez que le veía o hablaba con él, desde el mismo momento en que le conocí.

–Hola J, ¿Está C en casa?- Conseguí preguntar, aunque mi voz, sonaba partida, supongo que él, no lahbía notado.-
-Un segundo D, ahora te la paso.- Me respondió de una manera seca y cortante, supongo, que de nuevo lo había notado.-

Al oír su voz otra vez, mi corazón se paralizó, me volví a quedar muda. Aquello me solía pasar desde siempre, como he dicho antes, desde que Clarie me habló de él, sin conocerle, fue algo extraño, pero desde ese momento empecé a sentir algo por él. Clarie siempre me había dicho que no me entendía, no sabía como yo podía sentir algo por su hermano "Deb, sabes que es feo, tonto e idiota." Siempre me repetía las mismas palabras. Pero yo, jamás le había visto con esos ojos, si no de una manera distinta, diferete. Para mí él siempre había sido alguien especial, alguien, a quien no podía decirle mis sentimientos. 

-¿D?- Escuché su voz, Clarie me sacó de aquel mundo de pensamientos en el que acababa de entrar.-
-Eh, si C, estoy aquí, perdona.. ya sabes lo que me pasa cada vez que oigo su voz.- Musitó apenas audible, ya que sabía lo que ésta la iba a contestar.- 
-Oh, vamos Debborah, te he dicho mil veces que tienes que olvidarte de él, y de su voz, de todo. 
-C, sabes que no me gusta que me llames Debborah, y sí, lo se,  pero ¿Que quieres? No lo puedo evitar- Un suspiro salió de sus labios tras decir esto, mil veces le había intentado olvidar, pero aún así no lo conseguía.- El caso es que.. Te echo de menos, creo que el finde que viene, iré a Madrid.
-¿Me lo estás diciendo en serio D?- En aquel momento, la chica se quedó sin palabras, sorprendida ante lo que acababa de decir su amiga-
-¿Crees que mentiría? Esperame mañana, en la puerta de tu casa. Ahora me tengo que ir C, no olvides que te quiero.- Tras las últimas palabras, Debby colgó el telefono, no podía perder ni un solo minuto, las horas pasaban y el estar en Madrid, se acercaba.-

Habían pasado tan solo tres horas desde que Debby había colgado el teléfono, y ya tenía ganas de que mañana se acercase. Cada vez, quedaban menos horas para verla.
Estaba tumbada en su cama, sin hacer gran cosa, tan solo miraba al techo, mientras por su cabeza, pasaban una y otra vez, las palabras de Clarie. Lo sabía, sabía que tenía que olvidarle, pero ¿Como? No hayaba forma alguna. Cada vez que pensaba en aquello hacía una mueca y la sonrisa de su rostro se nublaba, así que decidió dejar de hacerlo. Y ponerse manos a la obra con las maletas. 
Un conjunto, un vestido, faldas, camisetas, cogió todo aquello que iba a necesitas, no se pensaba quedar allí tan solo un día, hasta que algo, más bien alguien, perturbó su tranquilidad. 

-¡Danniel, te he dicho mil veces que bajes la música!- Su hermano, como siempre, incordiando, no había ni un solo momento que no la dejase tranquila-
-¡Callate Debborah, dejame tranquilo!

Le había gritado, odiaba discutir con él, pero era la única manera de que la dejara tranquila. Iba a volver a gritarle, pero aquello no llevaría a ningún lugar así que decidió ignorarle, como solía hacer últimamente. 
Se volvió a centrar en sus maletas y en cada una de las cosas que tenía que coger...
Una hora después, había acabado con todo, observó la habitación, la había dejado casi vacía. Una pequeña risa, se mostró en sus labios mientras negaba con la cabeza, aún no se lo podía creer. 

Las siete y media tan solo tres horas y se iría a dormir, esperando un nuevo día para verla a ella. Hasta entonces.. ¿Que podía hacer?
Algo, se le había ocurrido, llamaría a Lizie, su gordi, una hermana para ella, su hermanísima, tal y como entre ellas se llamaban. 
Un, dos, tres, cuatro..Ahí estaba, le cogió el telefono, era su voz. 

-¿Si? -Una voz, dulce, se escuchó tras el telefono, pero a la vez que dulce, apagada-
-¿Liz? ¿Eres tu? No parece tu voz cielo. -Murmuró Debby, haciendo una mueca, a la vez que esperaba una respuesta de su amiga- Soy yo, Debby. 
-Oh.. perdona, es que no ando bien de ánimos. -La voz de la joven, era a penas inaudible.-
-¿Que te pasa corazón?-
-Nada, gor, tan solo problemas.-
-Bien pues.. Tengo una propuesta para tí.- Con una gran sonrisa en el rostro, Debby, intentaba animar a Lizie con aquella propuesta- Te doy quince minutos, y te quiero en la puerta de tu casa. 
-¿Quince? Estoy vestida, necesitaré menos -Volvió a musitar Liz, con aquella voz- 
-Bueno, entonces, baja ya. 

A los diez minutos, Debby y Lizie, se encontraban en un parque, charlando de sus cosas, cada vez, entendia más, porque tenía aquello voz apagada y triste, pero no lo iba a dejar todo así. Haría cualquier cosa, para que ella sonriese, no se iba a rendir tan fácilmente. 
Una idea vino a su cabeza, siempre le había encantado alegrar a la gente, y mucho más si era su hermanísima. Así, que de su bolso sacó el movil, poniendo una canción, su cancion, cuando esta empezó a sonar, Debby le siguió el ritmo, cantando:

-Waking up I see that everything is okey. The first time in my life and now it's so great. Slowing down I look around and I am so amazed. I think about the little things that make life great. I wouldn't change a thing about it.

Y así continuó cerrando los ojos, cantandole toda la canción con una sonrisa en el rostro, hasta que ésta llegó a su fin. Abrió los ojos despacio a la vez que abría los brazos para abrazarla con fuerza y susurrar en su oido.
-Sabes que siempre estaré aquí ¿Vale? No te voy a dejar. 

Lo unicó que hizo Lizie, tras escuchar aquellas palabras fue asintir, sin soltarla ni un momento. 
Pero las horas habían pasado y Debby necesitaba volver a casa, mañana le esperaba un gran día. 
Las diez y media, había llegado la hora, no cenó a penas nada, estaba demasiado nerviosa como para tener hambre. Simplemente, se fue a la cama, cerrando la puerta tras de sí, intentando conciliar en el sueño, hasta que poco a poco consiguió dormirse, esperando, el mágnifico día que llegaría mañana.


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