ESTRELLAS CAIDAS DEL CIELO

jueves, 6 de octubre de 2011

Mi hermana, no de sangre pero si de corazón.

Eh tú, mi pequeñita.
Te mereces esto, te mereces esto y mucho más, y quiero que lo guardes, y quiero que lo leas cuando yo no esté. Quiero que te quede muy claro ¿eh Sara? Asi que… lee con atención.
Durante hace algo más de un año has sido el mayor pilar de mi vida. Cuando todo se derrumbó, solo tú quedabas en pie, y solo tú fuiste capaz de animarme a regenerar todo, a reconstruir mi vida. Solo tú fuiste capaz de hacerme ver que siempre tienes algo, aunque sea muy adentro, por lo que debes permanecer erguida. Y si te caes, siempre vas a tener a alguien ahí para recogerte, antes incluso de que caigas del todo. Ese alguien eres tú, ¿lo sabes? Claro que lo sabes.
Has compartido cada momento de mi vida. Mis mayores alegrías, mis mayores tristezas, lo sabes todo sobre mi y de alma, de corazón, tú eres mi hermana.
Hemos pasado muchos momentos, quizás no todos fueron buenos, pero hemos conseguido recuperarnos, y llegar a estar incluso mejor que en un principio.
No eres hermana por obligación, eres algo que escogí, algo que elegí, algo que necesito en mi vida, algo que mis dioses olvidaron darme pero que me dejaron encontrar, porque tu y yo, nacimos para estar juntas. De verdad, Sara, no tienes ni idea de lo afortunada que soy de tenerte.
Somos distintas, claro que si, pero somos capaces de coincidir hasta en el más tonto detalle y siempre encontramos algo que nos hace sonreír, algo insignificante lo volvemos especial. Le cambias el sentido a todo y sobre todo, sobre todo, Sara, me haces creer como no había creído nunca. Creer en que un “todo irá mejor” siempre es posible, creer en la paciencia, creer en los demás y de alguna forma, creer en mi misma.
Si me paro a darte las gracias, cariño, no termino nunca.
¿Sabes qué es lo que me mata? Me mata verte mal, me mata verte mal y no poder ayudarte, me mata no poder ir a darte un abrazo, y a decirte, saliendo de mis cuerdas vocales aquello que tantas veces me dijiste tú “eh, cielo, no te preocupes, que yo estoy contigo, que todo irá bien” como no puedo hacerlo, te lo escribo, y te lo mando, de mi corazón directo al tuyo, rezando porque lo sientas.
Me mata que llores por cosas que no merecen tus lágrimas. Pero, en esos momentos yo me pegaré a mi portátil hasta que la muerte nos separe, para estar a tu lado lo más posible tal y como te mereces…
Sonríe por favor, que no hay nada más reconfortante que tu sonrisa.
Te amo, hermana, por una eternidad juntas. Dosdeseptiembredeldosmildiez.


Marta Jimenez Fernandez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario